jueves, 11 de septiembre de 2014

Normalidad y rutina

El trabajo va avanzando, mis compañeras se organizan bastante bien, la verdad, y cada vez me siento más cómoda dentro de lo rara que es mi clase. Las clases son como en Cádiz, con un proyector, dos pizarras que apenas se utilizan, y mesas unidas entre ellas. Al salir tenemos como unas escaleritas que bajan a un recinto con sillones y mesas para tomar un tentempié (eso en caso de que llueva, porque si no lo suyo es que vayamos a los bancos de afuera a tomar el sol, que están muy bonitos rodeados de flores). También hay una sala-comedor con microondas, nevera, fregadero… En sí no es que sea muy grande el edificio, sólo tiene dos plantas y no muchas habitaciones, pero tampoco es que sea una facultad como tal… aquí parece que las facultades están repartidas por trozos a lo largo de la ciudad, así que seguramente tenga alguna asignatura en otra que no sea la del jardín botánico.
Estos días he estado liada con mi parte del trabajo, sobre los óxidos de nitrógeno (NOx) y los compuestos orgánicos volátiles (VOCs). Gracias a Sadi, la iraní, nos enteramos de que había un encuentro en la biblioteca de Biomedicina (que es la que me pilla más cerca) para explicarnos cómo va aquí el tema de préstamo de libros, reservas de salas, etc (con una mesita llena de chocolates, galletas, té y café, lo que viene siendo “fika”, para nosotros), así que conseguí sacarme por fin el carné de la universidad y aproveché ese mismo día y saqué uno sobre Cambio climático y Contaminación atmosférica, que es el que he estado utilizando para el trabajo, porque la verdad es que está bastante completito… ha sido una suerte encontrarlo.
Con esto de volver a tocar temas de atmósfera, formación de nubes, etc., me estoy motivando un montón, así que esta asignatura se me está haciendo bastante amena. Sin embargo, echo de menos también leer algo que no sea académico... y casi todos los libros de ese tipo que había en la biblioteca estaban en sueco :( Quizás en la facultad de letras haya algo... tengo que buscar.

La situación con mis compañeros de cocina no ha avanzado. Seguimos encontrándonos de vez en cuando, para intercambiar un “hola” o un “¿te queda mucho?” y poco más. El único que sí intenta tener algo de conversación es el chino(?) que vive encima mía, pero su conversación se limita a “¿Cómo estás?” y sin dejar responder empieza a hacer un recital de preguntas “¿adónde vas? ¿esa es tu cena? ¿te molesta mi música?...”. En fin, que pa’ eso prefiero que esté calladito... que aún no me ha dejado ni preguntarle de dónde es.

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